LA UTILIDAD DEL PERDÓN
En muchas ocasiones la gente o
los Memes del Facebook, nos repiten a cada instante que debemos perdonar. Que las
cosas pasan por algo y que es necesario soltar todo aquellos que nos hace daño
y nos quedamos un rato quietos cavilando la idea, diciendo para nuestros
adentros ¡ojalá y pudiera!, eso quisiera. Y nos reiteramos: pero, ¡ni quiero ni
puedo!
A
lo largo de nuestra vida suceden una serie de acontecimientos que dañan
profundamente nuestra existencia, y esto definitivamente tiene que ver con el
encuentro con otros. Todo lo que nos lastima de un modo profundo, tienen que
ver de manera directa con otras personas, y comienza en realidad con la
familia.
Ellos
son los primero que realmente sin quererlo nos muestran lo doloroso que puede
resultar las relaciones humanas. Se burlan, golpean, se ríen cuando mostramos
nuestras emociones o debilidades; o sencillamente no dan el soporte amoroso y afectivo que ser requiere en determinado
momento. Y ante estas situaciones se presenta una tendencia en todos a
replegarnos, alejarnos, y condenar en lo profundo de nuestro ser a aquellas
personas que nos dañaron. Sin embargo a veces, si no es que siempre, las
personas que cometieron el delito, ni siquiera fueron conscientes del daño que
pudieron causar.
Ese
es el gran problema en las relaciones humanas, la mayoría de las interacciones
que tenemos con los otros son de manera unidireccional e inconsciente y me
refiero a que cuando estamos con alguien somos nosotros los que interpretamos
el mundo del otro a nuestro modo.
Podemos
escuchar y entender el planteamiento que nos está haciendo, sin embargo, al
responder, al generar una interacción, le estamos contestando desde nuestro
mundo, conocimiento y experiencia; y siendo sinceros no podemos replicar desde
ningún otro sitio, lo hacemos desde donde
nosotros consideramos que es correcto o necesario. Sin embargo, podemos
equivocarnos por una mala información o una interpretación errónea y dañar a
ese otro de manera totalmente inconsciente. Y así comienza la desilusión y el rompimiento
de las relaciones sociales, el alejamiento y por ende el guardar rencor por los
actos cometidos.
Y
de ahí nuestro comentario. ¡No lo
perdono! ¡Me hizo daño! ¡Me destruyo! ¡Me puso en ridículo! ¡Me engaño! ¡Me
traicionó! Al final… ¡me falló! Y eso no se lo perdonaré nunca….
Al final de
esta historia, somos cada uno de nosotros los que guardamos dentro sentimientos dolorosos, agresivos e incluso
deseos de venganza, ante los actos cometidos por otros que en su momento fueron
sumamente importantes para nosotros.
Hago énfasis en la importancia porque las cosas o comentarios realizados por aquellos que no
nos son importantes no nos afectan tanto. ¡Curioso verdad! En efecto, la persona
en donde nosotros depositamos nuestro cariño, amor, admiración etc., es aquella
que nos puede dañar. Y es a la que no perdonamos.
Sin
embargo estos sentimientos de carga negativa no están en nadie más que en
nosotros y por ende nos autodestruyen, son heridas de guerra que cada vez que
las vemos nos recuerdan la batalla y por
supuesto van mermando la salud física y emocional.
Así
que el reto, no es perdonar al otro, sino más bien aprender de la experiencia vivida
traer al presente lo rescatado de la misma y dejar atrás… eso que ya pasó, que
ya sucedió. Continuar el camino con nuevas experiencias que permitan usar esos conocimientos adquiridos.
Lo importante es soltar todo aquello que
destruye y hace daño y el rencor,
y el resentimiento generado por la ausencia de perdón, no me permiten continuar
en plenitud.
Muchas
personas sienten que perdonaron u olvidaron, pero se convierten en
desconfiadas, se cierran a las nuevas posibilidades como un modo de
autoprotección. Pero se viven solitarias, replegadas por miedo a volver a la desilusión
o al engaño. Pero la diferencia radica en que tienen los elementos necesarios
para hacer frente a situaciones adversas y eso a veces no se valora lo
suficiente porque existe una tendencia permanente a rechazar los logros y la
sabiduría interior, pensando que esto es o falso o por otro lado arrogante o
soberbio.
Cada
experiencia vivida es para que seamos mejores, no peores. Es para conocer las
herramientas descubiertas y ponerlas a nuestro servicio. Así que en calma: 1.
recuerda a quien no perdonas y qué pasó en esa ocasión. 2. Repasa qué
aprendiste y revisa si ese aprendizaje lo estas usando para algo útil. 3. Después
de que hagas este repaso, suelta la imagen, suelta a la persona, arroja tu
dolor, molestia o rencor a otra parte. (Puedes hacer un ritual de despedida) 4.
Y regresa a vivir en plenitud tu vida. Si esto te interesó tenemos otro artículo:
“El poder del perdón personal”, en este mismo blog, puedes consultarlo.
Luz y bendiciones en tu
camino
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