SEPARACIÓN CONYUGAL COMO OPCIÓN, ANTES DE LA DECISIÓN "DIVORCIO"



La separación es una crisis de la vida conyugal bastante común, aunque resulta traumática para los implicados en una relación, debido a que se puede llegar a pensar que la relación terminó definitivamente o podemos contactar con miedos o creencias que serán puestas a prueba debido a la lejanía del conyugue. La realidad de este hecho es que puede servir como una oportunidad para evaluar de nuevo el contrato conyugal y las metas individuales.

Muchas parejas piensan de manera automática en el divorcio y al respecto hablare a profundidad en la siguiente participación; sin embargo, antes de tomar una decisión que es definitiva y que va a lastimar a todas las personas que conforman la familia, sería bastante sano, pensar en una separación para aclarar realmente la situación.

La necesidad de lejanía física y emocional se puede presentar cuando los involucrados se sienten asfixiados o presionados de alguna manera y requieren poner tierra de por medio para poder aclarar en soledad, el cómo se sienten realmente con respecto al otro, establecer un orden en las ideas, prioridades y sobre todo para clarificar las necesidades y cómo se está asumiendo la responsabilidad de satisfacerlas.

La separación se puede dar en cualquier momento de la relación. Por ejemplo: al inicio de la misma y esto se puede deber a que lo que unió inicialmente a la pareja, (la pasión o el capricho) carecía de bases sólidas y terminó por desvanecerse. También encontramos parejas que su unión estuvo determinada por un embarazo. En este caso en particular se tienen que adoptar de golpe varios roles: amigo (a), amante, novio (a), esposo(a), padre (madre); puesto que no hubo una fase de adaptación a cada uno de ellos, se presenta un desgaste primeramente por no saber a cabalidad cómo cumplir con cada uno y por otro lado, el sentir la presión del cumplimiento de los mismos, por mera presión social o personal, siguiendo nuestros “deberías”.

Otro factor que puede llevar a la separación, es la necesidad de ver al matrimonio como la opción de salir de casa, ya que, dentro de ella algunas personas ya no se sienten a gusto, porque hay muchas presiones, castigos, controles o por la ausencia de todos los anteriores, principalmente de atención y afecto. Se ve entonces a la pareja en turno como esa opción de “rescate”, siendo que solamente puede ser una tabla de salvación que terminará a la postre trayendo conflictos. Se considera que saliendo del lugar que aprisiona las cosas serán diferentes; el grave problema es, que el que sale despavorido, “sigue siendo exactamente el mismo”.

Otro de los elementos que nos puede llevar a un matrimonio y posterior separación es que decidimos vivir al lado de alguien, no por la convicción de querer formar una pareja con esa persona, sino porque se tiene la creencias de que será lo único que tengamos y la falsa idea de que se “va el tren”( no se presentará de nuevo una situación semejante), entonces viene el conformismo con determinada persona, siendo que de fondo no se tiene un real deseo de estar con ese otro.

Y uno de los que tienen más peso, ya que reúnen a todos los anteriores son los problemas psicológicos de uno u otro individuo, podemos mencionar por ejemplo, las conductas obsesivas, la lucha por el poder, grandes dificultades en comunicar necesidades y sentimientos, el querer sustituir o compensar de manera inconsciente a la madre o al padre a través de la pareja. Todo esto si no se revisa y trabaja oportunamente, lleva a una incompatibilidad de caracteres y sobre todo a una falta de disposición para adaptarse a las características individuales del otro.
 
Contemplando lo anterior podemos recapacitar que poco a poco nos vamos dando cuenta de que tenemos poco o nada en común con la otra persona con la cual estamos viviendo. Nos sentimos desgastados, enojados inclusive hasta despreciados o deprimidos. Sin embargo, cuando nos retiramos de la persona con la cual hemos convivido cierto tiempo, también podemos darnos cuenta de que sí es la persona que más nos conviene o podemos determinar con claridad el cariño o el amor que le tenemos

No estamos diciendo que lo ideal sea la separación, pero en ocasiones es una buena alternativa cuando ya se habló hasta el cansancio con el otro, cuando se llegó a acuerdos y no fueron respetados o cuando observamos que el otro no tiene ninguna intención de poner de su parte para reconstruir a la pareja.

La mayoría pensamos que la separación es algo caótico, pero si recapacitamos en el lado positivo de la misma, es una buena oportunidad para dar resolución a los conflictos y favorecer el crecimiento personal y de la misma relación. Ofrece a la pareja la oportunidad examinar con toda objetividad su relación; así mismo se pone a prueba la capacidad que tenemos cada uno de nosotros, de vivir con nosotros mismos y explorar el vivir sin la pareja. Tal vez el estar sin el otro nos lleve a recapacitar en que fuimos sumamente posesivos, dependientes, demandantes, controladores, en fin; al estar con uno mismo descubrimos mucho y nos percatamos de los errores que fuimos cometiendo en el cotidiano.

La separación junto con la nueva experiencia de vida permite que marido y mujer modifiquen su comportamiento y emociones que tienen uno por el otro en el momento en que se llega a la reconciliación. Las investigaciones señalan que cerca de la mitad de las parejas que se separan vuelven a unirse (Kaplan H.E.1980).

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