LA INMADUREZ EN LAS RELACIONES





Hemos observado en la actualidad que los padres se desviven por dar a sus hijos todo lo que quieren, no me estoy refiriendo a lo que necesitan. Es importante subrayar que son dos cosas completamente diferentes.

Cuando hacemos referencia a las necesidades estamos hablando de comida, techo, vestido, descanso, esparcimiento, salud, etc. Las necesidades llevan al individuo a un estado de insatisfacción, a un desequilibrio y el organismo lo que requiere es regresar a este estado de armonía para que todo funcione de la mejor manera. Por lo tanto, todos tenemos necesidades y se presentan todo el tiempo a lo largo de nuestra vida. Más vale reconciliarnos con ésta idea y dejar de presentarnos ante el mundo como personas que no necesitamos de nada ni de nadie.

Al referirme a que los padres dan a sus hijos todo lo que quieren, estoy haciendo hincapié en todas aquellas cosas que vienen desde el deseo, y que si no se tienen realmente no pasa nada. Sólo tendremos que aguantar por un largo rato, tal vez un berrinche que el pequeño haga debido a que no se ha satisfecho su deseo. Cuando los padres se muestran firmes y decididos al respecto lo que van a provocar en su hijo es: madurez. El hecho de que el pequeño se enfrente a frustraciones le va a permitir darse cuenta de que no todo está a su alcance y será necesario que luche y genere estrategias para conseguir lo que desea. El empeño, determinación y perseverancia como rasgos de conducta que son los que permiten alcanzar lo que se desea.

Cuando se tiene un objetivo se ponen todas las herramientas a disposición de la conducta para alcanzar el objetivo deseado. Desde esa perspectiva podemos observar las cualidades que poseemos así como desarrollar otras que estaban lejos de nuestro imaginario. Es así que vamos adquiriendo la madurez necesaria que nos permite caer en cuenta de que todo lo que necesitamos y deseamos pertenece a nuestro “Yo”. Soy yo, el que quiero o necesito algo, no los demás; entonces depende sólo de mi generar ideas para obtener eso que deseo. Y eso no significa convertirme en alguien soberbio o arrogante, sino más bien percatarme de que de mi conducta, y comportamiento en general ante la vida son los que me van a facilitar la obtención de diversas cosas. Socialmente se dice que las cosas fáciles no se disfrutan y que cuando se obtiene algo regalado no se valora, y de fondo es muy cierto porque no nos costó.

El carácter inmaduro es predominante entre la gente que han sido educados en un modelo permisivo en donde todo se le brindaba fácilmente, no existe la frustración y lo que se genera este tipo de modelos de educación es que la persona desea una recompensa inmediata generando así comportamientos poco reflexivos.

Son personas a las que les cuesta aprender de sus fracasos y tienden a culpar a todos los que le rodean por no recibir las atenciones o ayuda que creen necesitar.

Su escala de valores está regida por el principio del placer y tienen una tendencia a refugiarse en un comportamiento evasivo, destructivo e impulsivo cuando las cosas no van como desean.

La madurez implica tener claras las necesidades y buscar por sí mismo formas diferentes de satisfacerlas. Asumir la responsabilidad que esto implica así como dar la cara de frente a situaciones que no resultan tan placenteras. Hablar abiertamente de lo que se siente y se piensa sin llevar a cabo estrategias ni de manipulación ni de confrontación. Aprender a recibir y a dar un NO, sin preocuparse del qué dirán o si el otro se enoja con la respuesta obtenida. Es dar la cara de frente a la vida en todos los sentidos. Tener cada día más claro quien soy y que deseo para mi bienestar y el de los demás sin sacrificar nada en el camino.
















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