¿OBSTINACIÓN O AMOR?

Justo cuando sientes que ganas algo anhelado, cuando todo tú empeño esta en conseguirlo y te  ha dejado extenuado. Cuando logras ese triunfo, descubres que ha sido tu peor error y pierdes por obstinación...

Los seres humanos luchamos con conseguir algo que creemos es lo mejor para nosotros, ya sea, que consideramos que es adecuado para nuestro desarrollo o lo percibimos como algo que nos merecemos y que nos permitirá ser una mejor persona. Esa lucha podemos decir que es fructífera porque permite que reluzcan las habilidades o potencialidades de cada uno y al ponerlas en práctica adquirimos conocimientos y experiencia de nosotros. Sin embargo, existen otras cosas que desde el inicio están mal, percibimos que no son del todo fáciles y nos obstinamos por ganar a toda costa y obtener eso que al parecer se está alejando de nosotros. El supuesto “amor” es una de esas cosas en donde no se vale la obstinación, ni mucho menos ese viejo dicho que “en donde pongo el ojo, pongo la bala”. ¿Cuántas veces nos hemos enfrascado en una relación que desde el inicio empieza mal?

Si no hacemos un alto y contemplamos realmente nuestras necesidades, podemos enfrascarnos en una relación que a la larga sólo nos va a dirigir al sufrimiento, al dolor, la desolación y sobre todo a no querer emprender de nuevo ese viaje. No basta con que la persona nos guste o nos apasione, o que tenga una charla inteligente o interesante. Se necesitan un sinnúmero de características que permitan que ambos (pareja) caminen hacia el mismo lado; primeramente debemos contemplar si nuestro objeto anhelado (individuo) comparte con nosotros el mismo marco referencial y con esto me estoy refiriendo a la visión de la vida y al proyecto de la misma; es necesario revisar si los valores, costumbres, principios morales, son semejantes. Si hacemos realmente un alto, tomamos conciencia, sin sacar a relucir la necedad, terquedad o deseo de obtener todo lo que se desea; podemos realmente depurar y tener claro hacia dónde se encuentra el camino. Lamentablemente nuestras patologías nos llevan a creer que queremos algo que de fondo no nos ayudará en nada. Pongamos un ejemplo práctico y que no involucra tanto los sentimientos: Una persona desea entrar a trabajar a determinado lugar, cree en su FANTASÍA, que será el espacio adecuado para desarrollarse y crecer y cuando va a pedir trabajo a ese lugar, resulta que por diversas circunstancias se entorpece su entrada, le alargan los tiempos de entrevista o no le dicen claramente si entrará o no. Es tal la fantasía de la persona que puede quedarse esperando que le resuelvan algo, tal vez diario haga llamadas telefónicas para saber como va su trámite, se empeña en conseguir lo que él considera será lo mejor y deja de buscar otras opciones; pensemos que por fin logra entrar a dicho lugar y que pasados tres meses descubre que no era lo que quería…

Otras opciones estaban a su alcance, pero era tal su aferramiento que no se encontraba con la disposición de verlo. No podemos caer en este juego cuando hablamos del AMOR.

El amor es la esencia de todas las cosas, es la energía que mueve al mundo y que nos permite realizarnos a nivel físico, mental y espiritual. Por tal motivo, no podemos forzar a que nos amen, si primeramente no nos amamos a nosotros mismos; pero para poder hacerlo, se requiere que nos hablemos con la verdad. Que hagamos un alto y dejemos de jugar tanto con nosotros, como con las personas que nos rodean. Abrir nuestra perspectiva, ceder, flexibilizarnos y permitir conocer otros mundos, otras realidades, ideologías, modos de estar. Aprender que cada persona es diferente a nosotros y que en la medida que abramos nuestro espacio vital, podemos enriquecernos con experiencias y diversas formas de acercamiento. Dejemos de juzgar y criticar porque eso es un reflejo de nuestra propia crítica interior. Demos permiso a que las personas sean como quieran ser y sobre todo hagamos a un lado la exigencia hacia el otro.

En el amor no se puede hablar de ganar, de lo conseguí, --“no, qué no”-- no es obtener la medalla de oro, no es colocarnos en el pódium del ganador; es un deseo verdadero y profundo de querer estar realmente con ese otro y compartirse en cuerpo y alma y sobre todo, generar los recursos necesarios cada día, para que ambas personas crezcan como pareja y como individuos. El amor es ganar-ganar. Ambos en la relación ganan, diferentes cosas pero ganan.

Así que cuando te obstines por querer conseguir algo que crees que es para ti, primeramente observa cuáles son tus móviles para estar tan empeñado, no vaya a ser que cuando ganes, pierdas por terquedad y falta de visión.

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