EL EGO, UN ENEMIGO A VENCER


 
  

          Uno de los autores de vanguardia es el Dr. Wayne Dyer, en varios de sus libros nos lleva de la mano a la reflexión sobre la presencia en este mundo y sobre el poder de crear un ambiente mucho más agradable y saludable para cada uno de nosotros. Dentro de sus análisis nos habla sobre el ego y cómo éste es un gran fantasma que no nos permite realizar nuestra actividad esencial dentro de este mundo.

          Primeramente definamos el ego, como una parte que conforma el Yo de la persona, sin embargo, el ego busca satisfacer sus propias necesidades y motivaciones, perdiendo de vista las del mundo exterior, lo que casi siempre puede afectar relaciones significativas como las de pareja, laborales y también las amistades, familiares. El ego, no es la persona y mucho menos es la esencia de la misma. La persona, la esencia, la sustancia, es algo que elementalmente somos y que nos permite SER lo que somos; está conformada por todas las experiencias y aprendizajes que vamos teniendo a lo largo del camino,por nuestras características individuales, así como el conjunto de herramientas( habilidades) que poseemos; también dentro de lo más profundo de nosotros, están los valores, las creencias y sobre todo, se ubica un pequeño censor que nos indica si estamos realmente actuando en sinergia con todo lo que nos rodea. Digamos que la esencia es el pepe grillo que nos hace reflexionar sobre las actitudes y conductas del cotidiano.


          Sin embargo el ego, se mide por otro tipo de fuerzas, es aquel que se va inflamando por todo lo que escuchamos de nosotros mismos, “lo magníficos que somos, lo hermosos, lo originales” y que si no lo escuchamos, dudamos de nuestro ser y actuar generando esto, baja autoestima. Por lo tanto, el ego es una trampa de la cual tenemos que huir, porque cada uno de nosotros no es mejor o peor que otros; cada quien, posee herramientas, dones, amor para irradiar a todo lo que rodea. Es necesario entonces recordar, que la comparación es mala, en todos los sentidos. Lamentablemente en nuestra sociedad, es algo común, e inclusive en algunos medios, hasta se ve como correcto…


          El problema entonces está cuando identificamos la verdadera personalidad con el cuerpo, los logros y las posesiones. Pensamos que TENER es ser más que los demás en cuanto a una invisible escala social. Se considera inferior a las personas que han conseguido menos. Está actitud nos lleva a una sobrevaloración, dando importancia a la vanidad. La gran trampa de la Vanidad, es que cualquier cosa que nos indica que estamos mal, por ejemplo, cuando nos hacen algún comentario neutro o negativo, lo tomamos a personal, nos sentimos ofendidos, minimizamos nuestros logros o nuestras características. Demos un tiempo a esta reflexión… cuando nos dicen cosas buenas, (halago) sentimos que estamos entre nubes, nos ponemos una túnica blanca y volamos de placer y gozo; como si esto fuera correcto, es decir, pareciera que yo estoy en este mundo para ser alabado; ¿avalado? Exacto, estamos pidiendo a la persona que nos haga una evaluación de nosotros mismos y que ponga una calificación a nuestro actuar, dependiendo de una escala, que ni nosotros mismos conocemos.


          Para renunciar a la vanidad, tienes que tomar conciencia de lo afianzada que está en tu vida; reconocer si parte de tu alimentación diaria, implica que digan cosas hermosas de ti, en fin, es prestar atención a cómo tu ego ha dominado tu vida.


Para vencer al ego es necesario dominarlo, acá algunas sugerencias:

1. No te sientas ofendido. Cada persona con la que convivimos a diario, habla, platica, analiza, juzga y critica; y de eso se trata la vida, ¿no? Cada quien podemos decir lo que nos venga en gana, a eso le llamamos libertar, sin embargo, no debemos olvidar, que cada vez que abrimos la boca, es para dar una apreciación personal sobre algo, eso no significa que tengamos la razón o no, sólo es un punto de vista, por lo tanto, los comentarios que escuchamos a diario, son eso, sólo un punto de vista.

2. Libérate de la necesidad de ganar. Al ego le encanta dividirnos entre ganadores y perdedores. Y si tomamos conciencia, siempre habrá alguien más rápido, joven, fuerte, y siempre volverás a sentirte insignificante y despreciable. Tú no eres tus victorias, No existen perdedores en un mundo en el que todos compartimos la misma fuente de energía.

3. No siempre tienes la razón. El ego es fuente de conflictos porque te empuja a hacer que los demás se equivoquen. Cuando eres hostil, te has desconectado de tu esencia. Te tienes que preguntar ¿quiero ser feliz o tener la razón? Recuerda que cada persona tiene su realidad, así como diversa información en la cabeza, desde esa perspectiva, cada ser, tiene la razón, desde su punto de vista.

4. Libera la necesidad de ser superior. La vida no es la milicia en donde las personas tienen un grado militar. Cada uno de nosotros vivimos como mejor consideramos, vamos aprendiendo en el camino y en algunas ocasiones algunas personas tienen más oportunidad de aprender cosas que otras, pero eso no depende del individuo, sino de sus circunstancias. Así que no des valor a las personas contemplando su aspecto, su nivel educacional, su dinero, su coche, etc. Cuando proyectas superioridad eres hostil y el universo te lo devuelve, llevándote al resentimiento. Agradece las oportunidades que te ha dado la vida y aprende a ser generoso compartiendo tus aprendizajes de un modo bondadoso.


Luz en camino…

 


          

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