EL AMOR NO ES UN SACRIFICIO
Reiteradamente
he escuchado que el AMOR NO EXISTE y normalmente las personas que dicen esto se
refieren a experiencias dolorosas que vivieron y que de un modo u otro los ha
dejado marcados hasta la actualidad. Es increíble observar y escuchar cómo las
personas se refieren al amor cuando este involucra a otra persona y a una
relación de pareja sin embargo, esta apreciación del amor es bastante parca y
no alcanzamos a verlo desde su amplitud real.
Primeramente tenemos que observar
que cuando estamos dentro de una relación de pareja, no sólo el adhesivo es el
amor que se tienen el uno al otro; la realidad es que se presentan muchísimos factores
que intervienen en que una relación sea exitosa y no ( por así decirlo). 1) los
rasgos de personalidad de cada uno de los integrantes de la relación, existen
parejas que son sólidas porque han aprendido a cohabitar con los rasgos de
personalidad de su acompañante; por ejemplo sus enojos, miedos, incertidumbres,
dudas, explosiones, silencios.
2)
Otro de los factores que intervienen en el funcionamiento de una pareja, es la
familia de ambos; si se entrometen o no, si son solidarios o no, si critican, evalúan,
juzgan o si dan permiso a la pareja para que viva su vida amigablemente.
3)
La vida académica y laboral de las personas emparejadas. Si tienen tiempo para
verse, o están demasiado ocupados y por ende cansados, si gozan de tiempo libre
para realizar sus actividades tanto en solitario como en pareja.
4)
La rutina en la que se ven envueltos, si la permiten o constantemente generan
proyectos e ideas para renovar su cotidianidad.
5)
Los valores y creencias que cada uno tiene en cuanto: Pareja, familia, rol
social, amistades, etc.
Y
bueno, podemos enumerar un sinfín de elementos que intervienen cuando dos
personas deciden vivir juntas y hasta ahora no hemos hablado el amor.
En
el lenguaje cotidiano existe un verdadero uso analógico de la palabra amor.
Decimos que amamos (o que nos gustan con verdadera afición) ciertas cosas y
ciertas actividades: ‘Fulano ama a los animales’, ‘esta chica ama la ópera, o
el ballet, o el tenis’, ‘mi amigo ama las matemáticas’ o ‘el rock’; a veces también
podemos decir (y se nos entiende) que ‘amamos’ cierto tipo de comidas. También
cada uno puede afirmar ‘amo a mi esposo’ o ‘a mi mujer’ o ‘a mis hijos’; amamos
a nuestros familiares, a nuestros amigos, a Dios.
En el fondo, todos sabemos que el
amor verdadero es el amor a las personas, porque cuando amamos una cosa o una
actividad, o un ser irracional, lo amamos para nosotros, es decir, las amamos
no para otorgarles algún beneficio, sino para beneficiarnos a nosotros con
ellas. – dijo Aristóteles en su tiempo.
En cambio, “si amamos verdaderamente a una persona queremos beneficiarla a
ella, antes que a nosotros a través de ella, es decir, queremos el bien para
aquél a quien amamos”. Por esta razón Aristóteles definió el amor como ‘querer
el bien del otro’; dando cuenta así de lo que está encerrado en el sentir
común.
Si amamos verdaderamente a
alguien, queremos el bien para esa persona; no obstante, sabemos, por común
experiencia, que puede darse un falso amor o, para mejor expresarnos, un amor
de inferior calidad ¿Cuál es ese amor? El amor interesado; aquél por el cual
queremos a las personas como si fueran cosas, es decir, queremos su bien
únicamente para nuestro provecho: porque nos son útiles o porque su compañía
nos reporta algún placer. Pero todos sabemos, como por un interior instinto,
que este amor no es el amor que merece una persona.
Así, pues, todo el mundo, en su
sana razón, entiende, por una parte, que cuando hablamos de amor, esta palabra
puede presentar muchos sentidos, que estos sentidos están relacionados de algún
modo entre sí, y que el sentido más propio, verdadero y perfecto de amor es el
del amor desinteresado y donativo. Y por otra, que el amor siempre mira a un
bien, real o aparente, presente en aquello que es sujeto de amor.
Por ende entonces sacrificarse
por amor, no es amor propio, es renunciar a nosotros mismos, a nuestros
intereses y necesidades por miedo a que
el otro nos abandone, es olvidarnos de nosotros para complacer desde nuestra
fantasía a ese otro para obtener algo a cambio.
Uno puede tener muchos
bienes y poder, pero sin la belleza y la grandeza del amor, la vida pronto se
llena de miseria y confusión. J. Krishnamurti
La riqueza hijo mío no
debe ser jamás la meta de tu vida. La verdadera riqueza es la del corazón.
Og Mandino
El amor es el
espíritu.
El amor es una fuerza
El amor es un poder
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