¿CÓMO ROMPEMOS CON LA ARMONÍA? II



                   


              En el pasado post reflexionamos acerca del aprendizaje y del sufrimiento; ahora es tiempo de hacer conciencia del porqué es tan complicado relacionarnos y perder el equilibrio cuando esto implica a otras personas.

          ¿Se han puesto a pensar que cada uno de nosotros  somos sumamente demandantes y controladores? ¿Han reflexionado por qué queremos que las cosas se hagan como nosotros decimos? ¿Por qué  siempre queremos tener la razón? ¿Por qué nosotros sí sabemos cómo se vive la vida y los otros no?

          Creo que todos y me incluyo, caemos en esas trampas en el cotidiano.

          Los libros de texto indican que el hombre es gregario  por naturaleza, que eso dio pie a las sociedades y por tal razón nos  unimos a diversos grupos. ¿Entonces porque es tan complicado cumplir con esta definición teórica? En definitiva lo que tenemos que aprender es respeto; tanto por el otro, sus decisiones, así como por la perspectiva que posee para vivir su vida y resolver sus problemas. Nos inmiscuimos en cosas que no nos corresponden y eso hace que perdamos el piso y sobre todo el equilibrio en las relaciones. Juzgamos y criticamos constantemente, indicando los errores cometidos por los otros, creyendo que así como actúan no es bueno para ellos; nos creemos sabios de su comportamiento y de su vida. Pero, nunca nos hemos puesto a pensar que ese otro también hace lo mismo hacia nosotros. Desde la mirada ajena, también nosotros vivimos erróneamente y tomamos malas decisiones.

          Vivir en armonía y más cuando estamos en pareja, significa primordial mente respetar las decisiones que toma la otra persona, en lo que se refiere a su vida personal. No estamos realmente capacitados para decirle a otra persona cómo tiene que pensar, sentir y/o actuar; podemos hacerle reflexionar sobre algunas cosas que desde nuestra trinchera se perciben, pero no podemos llegar más lejos de eso.

          Y cuando el comportamiento del otro afecta la armonía  en la pareja, familia y/o trabajo, lo indicado es hacerle notar al otro, que no está cooperando para que las cosas marchen de la mejor manera; en ese sentido, si es de nuestra incumbencia  invitar a la persona a que reflexione sobre su comportamiento y solicitarle que observe cómo éste afecta la convivencia diaria y el libre flujo de la vida misma.

          Pero no tiene ningún caso pelarnos, gritar o echarle en  cara al otro las cosas que hace mal; necesitamos aprender a ceder, a escuchar, a negociar. Los tiempos de la imposición de ideas están quedando atrás, ya que, ocasionan más sufrimiento y desgaste. Es imperante que modifiquemos la comunicación que tenemos con nuestro entorno, pensar antes de hablar y sobre todo tener claro qué es lo que realmente deseamos decir y para qué queremos decirlo.

          Vivir en armonía depende de nosotros y del modo en  cómo hacemos frente a la vida y  sus circunstancias.

¡A partir de hoy, observaré el cómo me relaciono con la vida y con las personas!

¡A partir de hoy generó formas productivas que me lleven al equilibrio interior!

          

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