La inteligencia emocional en la pareja.
Paul Mac Lean, célebre psicólogo norteamericano, ha sido una de las personas que se han encargado de estudiar al cerebro humano y distingue tres niveles dentro de éste.
Estos tres cerebros de los que habla Mac Lean son el cerebro reptiliano, que compartimos con los lagartos, el cerebro límbico, que nos asemeja al resto de los reptiles y a los mamíferos, y el cerebro cortical, que ya se desarrolla en algunos mamíferos pero que alcanza su máximo exponente en el ser humano.
El cerebro más primitivo, el reptiliano, es también el que nos conecta con el hombre primitivo. Es un cerebro que nos entronca con nuestras raíces, con las tradiciones, con los rituales, con nuestro atávico miedo al cambio, a lo novedoso.
Este cerebro se encarga de automatizar todas nuestras respuestas, de la repetición, de la rutina, pero también de marcar nuestro territorio, de defendernos ante cualquier agresión externa.
El cerebro límbico controla todo lo relacionado con los afectos, con lo visceral, con las motivaciones.
El cerebro límbico nos acerca al resto de los mamíferos y nos asegura las cuatro grandes funciones para nuestra supervivencia: la agresividad, el alimento, el apareamiento y la autodefensa.
Por último, el cerebro cortical, es el cerebro superior, el que nos distingue del resto de los animales. Está dividido en dos hemisferios y a su vez en cuatro lóbulos, cada uno de los cuales tiene funciones específicas:
Los lóbulos temporales se ocupan del lenguaje y es también donde parece alojarse la memoria. También se ocupan de la audición.
Lo lóbulos occipitales son los encargados de la vista y los lóbulos parietales son los que rigen nuestros sentidos.
En los lóbulos frontales es donde se aloja lo que denominamos inteligencia. Es aquí donde se planean y deciden nuestras estrategias. Donde pensamos lo que debemos o no hacer y cómo hacerlo.
Este nivel del cerebro es muy inestable e imprevisible. Es el cerebro creador, el que nos impulsa a emprender nuevos caminos, a inventar, a no conformarnos con lo que tenemos o lo que somos, a buscar lo novedoso.
¿QUÉ ES EL CEREBRO EMOCIONAL: El sistema límbico, al que se lo conoce como cerebro emocional es mil veces más rápido que la corteza cerebral pero que no se expresa en pensamientos sino en emociones, por eso es difícil poner en palabras sus mensajes; ya que se registran a nivel sensaciones en el cuerpo, por lo tanto es necesario codificar cuál es el mensaje que nuestro cuerpo nos está enviando, para así proceder al respecto. Las mujeres lo tienen más desarrollado; dado lo esto presentan más habilidad para decodificar. El hombre en cambio, es más torpe en la lectura del lenguaje emocional de la otra persona, sobre todo cuando no es verbal.
Pero esta ventaja femenina es un arma de doble filo. Porque ellas quieren decodificar cada gesto y cada frase, como si todo tuviera un sentido oculto. Después de un encuentro con un hombre, se puede pasar horas interpretando: por ejemplo: ¿qué me habrá querido decir? ¿Por qué le contestó de esa forma a esa persona?, etc.
Para que una relación de pareja sea sólida y duradera se apela a la inteligencia emocional que desafortunadamente utilizamos poco. Esto implica que cada uno de los que estamos inmersos en un conflicto, dejemos salir de manera adecuada las emociones, Lejos de pretender ahogar los sentimientos y las emociones, actuar con inteligencia emocional significa expresar y aceptar con naturalidad los estados de ánimo. Claro que no se trata de dejar que la emocionalidad invada e invalide el razonamiento. Debemos tener en cuenta que, de alguna manera, tenemos dos cerebros. El emocional y el racional. Si el primero actúa descontroladamente, fuera de la órbita de nuestra conciencia, es posible que el maltrato aflore y se constituya en una modalidad cotidiana.
Muchas veces oímos expresiones como "no traigas a casa tus problemas de trabajo". Esta represión y negación de conflictos emocionales ahoga lentamente una relación de pareja. Porque los conflictos no elaborados adecuadamente, en el momento oportuno y en el lugar adecuado, se presentarán en el futuro con mucho mayor gravedad. No se trata de transportar los problemas del trabajo a la relación familiar por el sólo hecho de compartirlos, sino como una oportunidad de elaborarlos y encontrar las mejores soluciones en un marco de amor y comprensión. Esto es también aplicable a los problemas de los jóvenes, quienes por lo general no se sienten escuchados por los mayores. Es necesario abrirnos con las personas con las cuales nos sentimos en confianza, cuando comentamos lo sucedido encontramos la ruta adecuada y así poder solventarlos en un estado frío, es decir sin tanta carga emocional.
Desafortunadamente en el matrimonio, como en el trabajo, impera la ley del reproche, del insulto y la humillación. Más que convivir, la mayoría de las parejas sobrevive en un clima hostil. Marido y mujer acaban convirtiéndose, como dice Daniel Goleman, en enemigos íntimos. Agrega el autor de Inteligencia Emocional que "miles de parejas están en pleno desbordamiento, arrastradas por una tempestad de sensaciones negativas: ansiedad, enojo, ira. Su cerebro emocional tiene permanentemente secuestrado a su cerebro racional y son incapaces de controlar la situación. Así es como acaban haciendo agua las relaciones".
Las claves de una buena relación
1. Conectarse con los sentidos. Busque su propio equilibrio emocional determinando cuáles son las sensaciones físicas que se está experimentando.
2. Valorar correctamente las percepciones. No caer en la tentación del reproche. Nunca insultar ni humillar a la pareja.
3. Saber escuchar. No interrumpir a su pareja cuando habla. Prestar atención a lo que expresa. Lo cual implica no pensar en el momento que el otro habla, porque así se distorsiona la comunicación, primeramente tener clara la idea que el otro nos está compartiendo y desde ahí discutirla.
4. Compartir los sentimientos de manera adecuada, siempre es recomendable encontrar la forma apropiada para no herir al otro con algo que nos pertenece de manera directa; esto estimula a la pareja y alimenta su autoestima.
5. Criticar constructivamente. perdonar y olvidar. No coleccionar agravios.
6. Expresar claramente las ideas. hablar sin temor de parecer vulnerable o demasiado frágil.
7. Estar siempre presente cuando la pareja requiere ayuda. No involucrar a los niños.
Desde luego que no es suficiente que sólo una de las partes actúe en forma inteligente si la otra no lo hace. La idea central es que ambos sean inteligentes emocionalmente para que la empatía fluya con naturalidad y que los pequeños y grandes conflictos de la vida cotidiana se resuelvan con eficacia.
Para bien o para mal, la emoción es contagiosa.
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