PENSAMIENTOS IDEALIZADOS SOBRE EL AMOR
Desde tiempos remotos se ha venido creyendo que la entrega total y la abnegación son dos elementos sustanciales que permitirán que el amor exista toda una vida dentro de una relación de pareja. Sin embargo, no se contempla que existe una gran diferencia entre el amor en sí mismo y la persona en el cual se deposita éste. Una cosa es el amor como valor universal, y otra cosa muy diferente son los seres humanos que reciben este sentimiento y con los cuales nos relacionamos en diversos momentos a lo largo de nuestra vida.
Lamentablemente el amor se ha idealizado debido a un conjunto de creencias erróneas que tienen las personas y aunque en su vida cotidiana se han dado cuenta de qué sólo son mitos alrededor del amor, los individuos siguen fielmente con la idea, de que el mito en algún momento, se convierta en realidad. Los pensamientos idealizados sobre el amor producen al menos tres efectos negativos en la manera de procesar la experiencia afectiva: “Justifican lo inaceptable, hacen que las personas se queden ancladas en relaciones dañinas bajo el ideal de una esperanza y crean un choque con la realidad, debido a la discrepancia que existe entre el amor real y el amor ideal”. (Riso.2010)
Ya sea por la influencia de las películas de Hollywood o por los cuentos de hadas que se nos contaron en la infancia, seguimos creyendo en estos mitos del amor para siempre, amor incondicional, amor que salva todo. Por desgracia no nos percatamos que las relaciones impecables y felices sólo se dan en el mundo mágico del cine o la literatura. Si analizamos el amor con objetividad, éste en sí mismo no es el encargado de que las relaciones subsistan. Son las dos personas que conforman la relación, su comunicación, su entrega, su forma de relacionarse lo que determina que sigan juntas alimentando la llama del amor. El amor por sí mismo no logra nada. Y es necesario que tomemos esto en cuenta para dejar de responsabilizarlo. Es necesario observar objetivamente nuestras carencias, rasgos de carácter y personalidad ya que, ellos son finalmente los que determinan que tipo de relación de pareja tenemos.
Mitos sobre el amor desde la perspectiva de Walter Riso:
“Si hay amor no necesitas nada más”
Bajo esta idea, con sólo sentir amor hacia una persona las cosas resultarán de manera adecuada. Esta creencia está basada en un amor romántico, que parte de la literatura en dónde todos los obstáculos exteriores van a ser minimizados y solventados gracias a ese sentimiento glorificado. Se le da un poder magnificado al sentimiento, pensando que en sí mismo es poderoso y desde esa óptica las cosas se resolverán automáticamente. Sin embargo, es muy doloroso para las personas caer en cuenta de que cuando existen cuentas por pagar, deudas, falta de comunicación, intromisión de terceros en la relación o desórdenes hormonales, el amor pareciera desaparecer de manera automática y finalmente no resuelve nada. Es entonces que las parejas preguntan ¿Por qué nos peleamos si nos amamos? Y la respuesta a esta interrogante es bastante simple: las desavenencias en una relación son directamente responsabilidad de las personas que están involucradas y la madurez mostrada en ambos, es lo que permitirá que se solventen los inconvenientes que se presentan día con día.
Cuando establecemos una relación amorosa no sólo se necesita del afecto sino también de un conjunto de habilidades cognitivas y del comportamiento que permitan ir dando solución a los diferentes conflictos que se van presentando. “Estar enamorado es una experiencia increíble, pero no basta por sí misma para armonizar totalmente dos egos” (Riso,2010). Cada persona tiene valores, creencias y una ideología determinada con la cual se tiene que convivir si realmente se desea hacerlo mucho más allá de que se le ame o no.
“El verdadero amor es incondicional”
Hasta ahora el único amor incondicional que conozco es el de algunas madres por sus hijos. Los aman como son y por lo que son; pueden ser buenos, malos, organizados, desorganizados, rufianes o generosos y las madres los quieren y los defienden ante quien sea, y al parecer, este tipo de amor es el que se anda buscando en una relación de pareja. Esto equivaldría a decir: Hagas lo que hagas, te amaré igual. Lo cual es una gran mentira. De hecho en el ritual católico el sacerdote dice: “en las buenas y en las malas; en la salud y en la enfermedad; en la pobreza y en la riqueza”. Y esto en la ceremonia se escucha bonito pero sobre todo utópico.
La realidad es que cuando entramos en una relación lo primero que tratamos de hacer, es cambiar a nuestra pareja para que se vaya acercando, en la medida de lo posible, al ideal de compañero que siempre se soñó. Le criticamos su manera de hablar, comportarse, de sorber la sopa, sentarse en una mesa, la comida que le gusta, la ropa que usa y así puedo seguir con una lista enorme. Pocas personas respetan al otro tal cual es, “con el afán de mejorar al otro le damos sugerencias”, que sólo son una proyección de nuestros ideales; luego entonces esto no es amor incondicional sino al contrario es amor condicionado. Entonces porque pedimos algo que de fondo no podemos dar. Amar significa aceptar y también dialogar y negociar para lograr una relación armónica. No es cambiar al otro, sino llevar una relación clara en donde se pueda poner sobre la mesa aquellas cosas que no son del todo agradables y que perjudican realmente a la relación. Se necesita aprender a ceder y sobre todo a poner de nuestra parte para cambiar aquellas cosas que realmente perjudican a la relación. La base entonces es una comunicación clara y precisa, en donde cada día apelamos por el mejoramiento y desde esa perspectiva nos encaminamos a una relación más madura y armónica.
Ahora como dice Walter Riso, si se decide amar pese a todo (infidelidades, maltrato, violencia, carencias efectivas, etc.) estamos mermando la autoestima y cavando la tumba. Se viviría negando la propia esencia, sometiéndonos a los deseos del otro y desapareciendo como individuos.
“El amor es eterno”
El enamoramiento es de tiempo limitado, ya que, depende por completo de un conjunto de hormonas que nos hacen sentir de esa manera. “el único amor estable es aquel que surge de los acuerdos, la amistad de pareja y la afinidad en algunos intereses básicos”.
Las relaciones duraderas no están cimentadas por tenerse mucho amor, sino más bien por tener mucha comunicación, respeto y sobre todo por dejar un espacio para la vida íntima independientemente si existan hijos o no. En las relaciones duraderas encontramos a dos personas que tienen su propia vida, gozan de ella y han aprendido a convivir en la aceptación del otro tal cual es; en estas relaciones ambas personas tienen tiempo para sí mismos sin sentir que están haciendo a un lado a su pareja, saben lo que es estar con ellos mismos y también con los otros.
Los sentimientos viven dentro de nosotros en la medida en que son alimentados y no sólo me refiero al amor. Una persona rencorosa por ejemplo, todos los días recuerda todo el daño que le hicieron y así alimenta dicho sentimiento, el enojo se puede convertir en rabia y furia si seguimos alimentándolo con ideas. De la misma manera el amor se mantendrá en la medida que le demos mantenimiento; por sí mismo no podrá. De ahí que debemos conservar los detalles con nuestra pareja, dar alicientes para que se sienta a gusto con nosotros, sorprender y sobre todo mantener una calidez afectiva. Sin embargo, es necesario recordar que esto debe provenir de ambos lados para que la balanza esté equilibrada, no porque una sola persona lo de, significa que se mantendrá vivo, la armonía y la vida afectiva pertenece a esos dos individuos que decidieron vivir en pareja. Sólo con la participación madura de ambos se logrará que la convivencia persista a lo largo de los años.
No dejemos que el amor sea lo único que nos mantenga unidos, porque de ser así, acabará más pronto de lo que imaginamos.
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