EL PODER DEL PERDÓN PERSONAL
El sentirnos resentidos, lleno de
hostilidades, odio y sobre todo de amargura, es una situación por la que
comúnmente pasamos los seres humanos en alguna o varias etapas de nuestra vida
y que normalmente se relaciona con las relaciones interpersonales. Tendemos a
sentir que la gente nos engañó o no nos brindó lo que esperábamos y desde esa
perspectiva, nos sentimos ofendidos o atacados, creemos que las personas tienen
el poder de hacernos daño, y que sus acciones están perjudicando nuestro camino
por este mundo.
La
verdad, es que estamos muy lejos de esta situación, ninguna persona que yo
conozca está en esta vida con el propósito de vengarse o hacer daño a alguien, y si su comportamiento y conductas son así, es
debido a que se está cargado de sentimientos negativos, principalmente de
resentimientos.
Si
una persona pone todas sus expectativas o necesidades en manos de otra es
debido a que no está dispuesta a vivir su vida plenamente y de manera autónoma
y desea ser dependiente de ese otro, sea este quien sea; se pone a merced
de la otra persona y de sus necesidades, actúa siendo o haciendo lo que el otro
quiere, olvidando el libre albedrío para
poder ejercer su propio poder personal. Cuando permitimos que el otro juegue con
nuestro tiempo, nuestras decisiones o nuestras acciones estamos siendo una
marioneta en la vida de otra persona.
Claro
está que, cuando dedico todo mi tiempo y esfuerzo en complacer a otro(s) y
cuando esa persona no nos brinda lo que nosotros necesitamos, nos sentimos
ofendidos al máximo, generando esto un gran malestar y sentimos un rencor tan
grande que nos lleva a cobijar sentimientos negativos hacia ese otro, no
queriendo otorgar el perdón. Sin embargo, el otro no necesita ser perdonado, no
es que nos haya fallado o que nos haya traicionado. Son nuestras propias
necesidades o expectativas o ilusiones las que han sido dañadas, asestando un
golpe fuerte al ego.
El “sí
mismo” decide confiar y brindar todo lo que posee pero, no
necesariamente el otro se encuentra en la posición de corresponder a eso que
nosotros decidimos brindar. No es una regla que si “yo doy algo”, el otro tenga
que responder cómo yo quisiera que lo hiciera. Las personas somos libres de ser
y actuar y no estamos sujetos a nada fuera de nosotros, lo importante es estar comprometidos
con nosotros mismos y con la plenitud de la existencia.
En
el ejercicio de esa libertad es donde no
encajamos con ciertas personas, ser o hacer cosas que el otro no desea; ante
este panorama, también hemos fallado a otros por proseguir con nuestro camino,
hemos perjudicado y tal vez de manera inconsciente no respondiendo a sus
necesidades y expectativas. Todos somos falibles, en camino a la perfección
pero, no debemos olvidar que podemos mejorar cada día, manteniendo una buena
comunicación con nuestro entorno, dándonos permiso de dar explicaciones,
abriendo nuestro corazón y charlando sobre nuestros sentimientos, dejando en
claro aquellas cosas que no nos gustan, intentando manejar las actitudes
hostiles que tenemos. Sólo a través de ese camino podemos informar a los otros
que les podemos fallar… y también abrir los canales de comunicación para
informar cuando necesitamos algo en
particular que no se esté dando y la ventaja de ser claros y precisos nos va a
encaminar a tener relaciones mucho más sanas, dejando en claro que no se tiene
ninguna expectativa hacia ese otro, al vivir de esa manera, nos queda claro que
el otro tiene la libertad de ser y hacer, dándonos a nosotros mismos los mismos
permisos. Frits Pearls tiene una oración interesante:
Yo soy yo.
Tú eres tú.
Yo nos estoy en este mundo para satisfacer tus necesidades.
Tú no estás en este mundo para satisfacer las mías.
Yo soy yo.
Tú eres tú.
Si nos llegamos a encontrar sería maravilloso,
Si no es así, ni modo.
El perdón es la base de toda
sanidad en la mente, conciencia y corazón, es lo que nos permite la liberación
de todas las emociones negativas que cohabitan en nosotros.
Sin perdón hay dolor, resentimiento, amargura, rechazo,
hostilidad. Por lo tanto será conveniente seguir este camino hacia el
perdón:
1.- Perdonarse a uno mismo. Por no haber expresado las
necesidades a tiempo; por permitir ciertas conductas hacia nosotros; por haber
dedicado todo el tiempo y el esfuerzo por querer consentir al otro, olvidando
nuestra vida y necesidades; por no haber prestado atención; por prestar tanta
atención; por dejar que mi valía dependiera de la opinión de los demás; por
esperar tanto; por no esperar nada… En fin todo aquello que nos hemos dicho a
nosotros mismos cuando nos sentimos defraudados por alguien o algo.
2. Perdonar a otros. En la medida que observamos
nuestros errores y nos hacemos concientes de los mismos, nos damos cuenta de
que el otro no necesariamente actúo con dolo y si así lo hizo, fue porque se
vivía en un infierno al cual no se le puso límites a tiempo, tal vez, nosotros
dejamos que las cosas llegaran hasta donde llegaron, por lo tanto, somos
copartícipes de la decepción.
No
damos el perdón porque creemos que el otro nos falló, porque no fue recírpoco
con lo que nosotros dimos, porque cortó los sueños, porqué no actúo como nosotros
lo esperabamos. En el fondo y si lo revisamos concientemente consideramos que
todo y todos tienen que girar a nuestro alrededor, siendo el centro del mundo
del otro, sin embargo, esto es terreno del ego, nunca del ser y su realización. Por lo tanto el perdón es
un acto interior, una labor profunda de reflexión y mucho aprendizaje.
WOWWW GRACIAS mONI POR COMPARTIRNOS ESTOOO MUY MUY INTERESANTEEEEE
ResponderEliminarGracias mi Ann un fuerte abrazo.
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